Ella sólo quería ser especial.

Que la llevaras a cenar
Que rozases su piel
y la invitases al cine

Ella quería ser la mujer de tu vida
la madre de tus hijos
a la que fueses a ver al trabajo en tu rato libre

Ella quería ser la mujer de tus sueños
como tú eras la suya.

Ella sólo quería ser especial
Pero se olvidó de serlo.

Cierra con llave al salir.

Con tu guión aprendido, me pillaste por sorpresa.

Dentro de mi cabeza sonaba: ya está. Mientras yo pretendía negarlo. 
Lo puse todo de mi parte y tú...
Te fuiste sin explicar y me dejaste sin opción.

Volviendo a casa arrastrando los pies, sin parpadear.

Y sales triunfante y condescendiente, creyendo que eres mejor que yo.
Que es por nuestro bien.
Ya nada te interesa aquí, así que cierra con llave al salir y tírala al mar.

Relájate, aquí no hay culpables, nadie quiso largarse para siempre.

Cómo dice la canción: 
Me dueles tanto que no quiero volverte a ver.

Es ficción, mi imaginación.

Un árbol creciendo en el mar
Una pared por la que se puede caminar
Salir corriendo y empezar a volar

Chasquear los dedos y estar
Las baldosas amarillas por las que debo pasar
Una serpiente que oigo cantar

Mirar al cielo y la galaxia plasmar
Que la foto aparezca con sólo parpadear
Suena la música y las escobas se empiezan a multiplicar

Cada día tu piel quiero acariciar
Cierro con fuerza los ojos, no quiero despertar.

#6

No se prometieron amor eterno, ni se prometieron el mar. Y ahí están, cumpliéndolo.

Let it go... and fly.

Aprendí a decir adiós muy pronto,
quizás demasiado.
A dejar ir a personas que realmente me importaban,
a ir alejándome.
Todo tiene un final,
pero casi siempre puedes decidir cómo será.
Quiero pasar por esta vida dejando huella,
pero intento no dejar cadáveres a mi paso.
Ese hilo de plata que os une y crees irrompible un día cede 
y las tijeras que lo presionan lo cortan y deja de brillar.
Por un instante todo pierde el color y la intensidad.
Pero eso dura un instante.

Y si lo pienso en frío
tengo la ventaja de haber aprendido a despedirme. 
Aunque no me guste. Aunque duela.
Dejar ir.
No fue demasiado pronto, porque ya lo he madurado.
Darle a alguien, el que sabes que será el último abrazo.
Ese nudo en la garganta pasa.
Y luego sólo queda lo bueno que has vivido. 
Las risas, confidencias, los miedos compartidos.

Sientes que el peso, 
que tiraba de tu interior hacia el suelo,
cae y vuelves a flotar.

Nuevas sonrisas, nuevos ojos, nuevos abrazos, nuevas conversaciones. 
Refresh.
Y volver a comenzar, y volver a darlo todo. Porque nunca ha sido en vano.

El mar.

Te atrapa aunque estés lejos de él

y siempre consigue que vuelvas,

a mirarlo,

a dejarlo atravesarte.

Apasiona y aterra de igual manera.

Sentada en la orilla no puedo pensar,

él invade mi mente y todos mis sentidos.

Huelo su sal, siento esa sal en mis labios, en mi piel...

Sus rugidos llegan a mí como susurros.

Invadiéndome, infectándome con su magia,

haciendo que le pertenezca.

Tan maravilloso e intimidante.

Delicado y bestial.

Inofensivo y letal. 

Es tan difícil de explicar...

Es un aislamiento positivo.
A veces, incluso, necesario.

Cierras los ojos por un instante, releyendo las frases en tu mente;
y ese mundo, cual país de las maravillas, aparece y te atrapa.

Palabra a palabra te evades de tu mundo,
te sumerges en el de alguien que ni conoces,
para sentir diferente, para cambiar los papeles,
para enfadarte, para reír, para llorar, para lo que quieras...

Lo que sientes al leer un libro es tan difícil de explicar...

Blanco y negro.

Una imagen.
Un impacto visual que graba una emoción en tu ser.
Unos ojos, una escena, un gesto.
Sin color, sin sonido, sin movimiento.
Algo tan estático y con tanta vida.
Formará parte de ti para siempre.
Aunque quizás ni lo sepas...

Un café que se enfría.

El sol templa la fría mañana,
siento el olor a café caliente y tostadas,
y me propongo robarte el tiempo.

Cruzarme contigo aunque sea en mi mente,
descifrar esos ojos encriptados
y encontrar la respuesta en tus labios.

Hablar de ti,
de mi,
del tiempo.

Sorprenderme de lo cerca que están nuestras manos,
de las cosquillas que me hace tu voz
y perderme.

Perderme en ti ante un café que se enfría.

Que si yo no tengo pájaros es porque no me gustan las jaulas...

Invierno.

Y se acerca,
alarga las noches y oscurece los días.
Huele a frío y leña,
viñetea con niebla cada escena.

Huele a correr por el campo, 
a ponerse unos guantes de lana, 
a atarse las botas de montaña.

Huele a puchero al fuego
a quemarse pelando castañas,
a azotea.

Tiene aroma a abrazo,
a sofá y manta,
al sabor de una taza caliente.

Suena a música,
al chisporrotear de la hoguera,
a ronroneo, 
a susurro.

Suena a ti.

#5

Empápame. De ti.
Cómo, dónde y cuando sea
Pero empápame.
Sudor, saliva, sexo.
Todo.
Lo quiero todo de ti.
Impregna cada poro de mi piel con tu ser.
Miradas, sonrisas, gestos.
Hazlo cómo quieras pero
empápame de ti.

Permíteme

Permíteme el shock
permíteme el miedo, la duda, el enfado
permíteme no entender
permíteme el reproche, la pataleta, el silencio
permíteme la decepción
permíteme la huida, la mirada esquiva, el desafío.

Permítemelo todo, porque ya no importa.

#4

Uno de mis pilares se derrumba y tiemblo.
No siento dolor porque lo vi resquebrajarse.
Ahí sí dolía.
Intenté reparar las grietas,
con todas mis fuerzas y toda mi voluntad.
Todo mi amor puesto en ese cemento que intentaba recomponerlo.
Pero no fue suficiente.
Mi cara vista estaba casi lisa
pero la cara oculta no estaba a mi alcance.

#3

Tengo la herida abierta 
y te dejo pasar
Cúrala. Ayúdame. Confío en ti
Todo se cuartea

Eres tú.

Todo se rompe.
Siento una punzada en la herida
No debí hacerlo
Mi dolor te alimenta
Creces
No puedo permitirlo
Cierro la herida
Presiono con mi mano
Si vas a ser grande, lo serás dentro de mí.

#2

Ahí está, acechando
escondida en cada rincón,
en cada duda.
Aprovechando el mínimo tropiezo,
una ligera vista atrás y aparece.
Se hace ver.
Se hace grande.
Te atrapa como una constrictor
y aprieta.
Todo duele.
Las lágrimas se agolpan
y el nudo crece.
Se ha adueñado de ti.
Ha conseguido que sólo puedas pensar en respirar...

#1

Un puñal, un asta, un filo,
un cortante que se clava
atravesando la piel como mantequilla
caliente, frío.
Abriendo la carne a su paso
descubriendo las entrañas,
aquello tan profundo, tan secreto.
Eso que quieres ocultar.
Tú. Toda tú.
Sólo tú.
Nada más.
Nada menos.