lunes, 30 de noviembre de 2015

Let it go... and fly.

Aprendí a decir adiós muy pronto,
quizás demasiado.
A dejar ir a personas que realmente me importaban,
a ir alejándome.
Todo tiene un final,
pero casi siempre puedes decidir cómo será.
Quiero pasar por esta vida dejando huella,
pero intento no dejar cadáveres a mi paso.
Ese hilo de plata que os une y crees irrompible un día cede 
y las tijeras que lo presionan lo cortan y deja de brillar.
Por un instante todo pierde el color y la intensidad.
Pero eso dura un instante.

Y si lo pienso en frío
tengo la ventaja de haber aprendido a despedirme. 
Aunque no me guste. Aunque duela.
Dejar ir.
No fue demasiado pronto, porque ya lo he madurado.
Darle a alguien, el que sabes que será el último abrazo.
Ese nudo en la garganta pasa.
Y luego sólo queda lo bueno que has vivido. 
Las risas, confidencias, los miedos compartidos.

Sientes que el peso, 
que tiraba de tu interior hacia el suelo,
cae y vuelves a flotar.

Nuevas sonrisas, nuevos ojos, nuevos abrazos, nuevas conversaciones. 
Refresh.
Y volver a comenzar, y volver a darlo todo. Porque nunca ha sido en vano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario